03 noviembre, 2013

Antoine de Saint-Exupéry


Este texto NO pertenece al libro de Saint Exupéry,
es una recreación literaria de Viviana Baldo

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"Amar y Querer"

-"Te amo" 
- dijo el principito... 
-"Yo también te quiero" 
- dijo la rosa. 
-"No es lo mismo" 
- respondió él... 

"Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía...
 Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
 Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades.
 Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento.
 Cuando el "bien" querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
 Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro.
 El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes.
 Cada ser humano es un universo.

 Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas.
 Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. 
Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón.
 Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.

Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar.
 Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
 Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar.

Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento.
 Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. 
Y el alma no se indemniza. 
Y conocerse es justamente saber de tí, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error.
 Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.

Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía.
 Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
 Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
 Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta.
 La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar." 

-"Ya entendí" 
- dijo la rosa. 
-" No lo entiendas, vívelo" 

-dijo el principito.


(Autor: Viviana Baldo- Recreación literaria)

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EL POZO


El Pozo
Era el octavo día de mi avería en el desierto y había escuchado la historia del comerciante
bebiendo la última gota de mi provisión de agua.
—¡Ah 
—le dije al principito
—, son muy bonitos tus cuentos, pero yo no he reparado mi avión, no
tengo nada para beber y sería muy feliz si pudiera irme muy tranquilo en busca de una fuente!

—Mi amigo el zorro..., me dijo...
—No se trata ahora del zorro, muchachito...
—¿Por qué?
—Porque nos vamos a morir de sed...

No comprendió mi razonamiento y replicó:
—Es bueno haber tenido un amigo, aún si vamos a morir. Yo estoy muy contento de haber tenido
un amigo zorro.
"Es incapaz de medir el peligro 
—me dije 
— Nunca tiene hambre ni sed y un poco de sol le basta..."

El principito me miró y respondió a mi pensamiento:
—Tengo sed también... vamos a buscar un pozo. ..    


Tuve un gesto de cansancio; es absurdo buscar un pozo, al azar, en la inmensidad del desierto.
Sin embargo, nos pusimos en marcha.
Después de dos horas de caminar en silencio, cayó la noche y las estrellas comenzaron a brillar.
Yo las veía como en sueño, pues a causa de la sed tenía un poco de fiebre.
 Las palabras del principito danzaban en mi mente.
—¿Tienes sed, tú también? 
—le pregunté.
 Pero no respondió a mi pregunta, diciéndome simplemente:
—El agua puede ser buena también para el corazón...

No comprendí sus palabras, pero me callé; sabía muy bien que no había que interrogarlo.
El principito estaba cansado y se sentó; yo me senté a su lado y después de un silencio me dijo:
—Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve..
.
Respondí "seguramente" y miré sin hablar los pliegues que la arena formaba bajo la luna.

—El desierto es bello —añadió el principito.

Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve,
nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio...

—Lo que más embellece al desierto —dijo el principito— es el pozo que oculta en algún sitio...

Me quedé sorprendido al comprender súbitamente ese misterioso resplandor de la arena.
 Cuando yo era niño vivía en una casa antigua en la que, según la leyenda, había un tesoro escondido. Sin duda que nadie supo jamás descubrirlo y quizás nadie lo buscó, 
pero parecía toda encantada por ese tesoro.
Mi casa ocultaba un secreto en el fondo de su corazón...

—Sí —le dije al principito— ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les
embellece es invisible.
—Me gusta —dijo el principito— que estés de acuerdo con mi zorro.

Como el principito se dormía, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino.
 Me sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada más frágil había sobre la Tierra.
Miraba a la luz de la luna aquella frente pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellos agitados por el viento
y me decía: 
__"lo que veo es sólo la corteza; lo más importante es invisible... "

Como sus labios entreabiertos esbozaron una sonrisa, me dije:
__ "Lo que más me emociona de este principito dormido es su fidelidad a una flor, es la imagen de la rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, incluso cuando duerme...
 " Y lo sentí más frágil aún. Pensaba que a las lámparas
hay que protegerlas: una racha de viento puede apagarlas...
Continué caminando y al rayar el alba descubrí el pozo.


                                                           Antoine de Saint-Exupéry



Reseña biográfica

Antoine de Saint-Exupéry
(1900 – 1944)

Antoine de Saint-Exupéry, el autor de EL PRINCIPITO, fue un aviador y literato francés que sólo vivió escasos 44 años.
 Nació en Lyon, en 1900 y falleció en 1944.

En realidad, nunca se supo que ocurrió con él. Saint-Exupéry desapareció para siempre en una misión de reconocimiento,
 cuando sobrevolaba la Francia ocupada por los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial.
 Saint-Exupéry comenzó escribiendo en prosa lírica vivencias de carácter novelesco y, posteriormente, continuó con diarios, informes y cartas.

Sus textos son consecuencia de reflexiones profundas de índole humanista y de crítica a la cultura.
 Entre sus novelas sobresalen VUELO NOCTURNO y EL CORREO DEL SUR. Como diario dio vida a PILOTO DE GUERRA.

Pero su obra más famosa y por la que ha trascendido es EL PRINCIPITO,
 un cuento largo que en formato de libro ha batido récords de venta en el mundo y en todos los idiomas desde 1943,
 año en que se publicó por primera vez en francés.

EL PRINCIPITO es su obra cúlmine. En sus páginas se evocan -de manera sencilla y clara- los valores más arraigados y esenciales del humanismo,
 donde quedan de manifiesto la solidaridad, bondad, entereza, tenacidad, compañerismo y entusiasmo por el conocimiento.

El libro es un símbolo de búsqueda permanente del hombre, de aquellos principios que enriquecen el espíritu y que traen paz infinita al alma.