31 enero, 2015

¿Y tú, qué edad tienes?


De las preguntas más absurdas que nos pueden hacer en la vida es qué edad tenemos.
 Porque no nos da ninguna pista de a quién tenemos delante.
 Yo la verdad es que no lo sé. Ni me importa. 
Porque lo importante no es cuantos años tenemos, 
sino en cuantos de ellos hemos vivido.

Yo prefiero decir que tengo 42 miradas en el metro que me han hecho sonreír.
 Tengo 2 “te quiero” suicidas que dije sabiendo que quien tenía delante no me quería a mi. 
También tengo 14 abrazos inolvidables, 3 de ellos irrepetibles
 porque quien me los dio ya no está. 
Tengo unos 35 “lo siento” de los cuales 8 jamás me perdonaron.
 Tengo 6 noches de hospital al lado de alguien que me importaba 
y 7 madrugadas pensando en una persona a quien no le importaba yo.

 Tengo unos 5.200 besos, pero solo me acuerdo de 6.
 Tengo 4 veranos que fueron infinitos y 3 inviernos demasiado fríos. Y solos. Y tristes.
Tengo 25 noches sin dormir y algunas lágrimas gastadas en cosas que no importaban. 
También tengo 4 lágrimas muy amargas invertidas en algo que merecía llorar durante años.
 Tengo 150 carcajadas de esas que hacen que te falte el aire y 10 sonrisas por compromiso.
 Tengo 9 deseos de infancia que se dan de hostias con las promesas que nunca cumplí.
 Tengo 3 consejos recibidos 
que entendí mucho tiempo después.

 Tengo unas 12 camas donde me acosté sin querer estar 
y 4 donde hubiera matado por despertar.
 Tengo 5 errores que volvería a cometer y 2 de los que me arrepiento mucho,
 aunque solo un poco.
 Tengo miles de cenas, pero pocas como aquellas 3.
 Y tengo 43 escalofríos que me han recorrido el cuerpo entero. 120 conciertos, 350 películas…
 y no soy capaz de contar las canciones.
 Tengo 31 tardes comiendo pipas en un parque viendo la vida pasar con mis amigos. 
Y 500 tardes más recordándolas unos años después. 
Tengo 5 adioses. En dos de ellos nunca quise despedirme en realidad. 
Tengo tantas cosas por decir que nunca diré y tantas que me tendría que haber callado…

Para quién quiera saberlo, esa es mi edad.
Y no tengo ni puta idea de en cuántos años cabe eso.


(Enric Sánchez)

29 enero, 2015

Colores própios



Desde muy pequeña aprendí que las palabras tenían colores propios, y que las personas, a fuerza de repetirlas se iban pareciendo a ellas.

 Había quienes eran rojos como sus furiosos improperios y parecían estar siempre encendidos por una vigorosa llama;

 personas negras que sólo hablaban de las tragedias propias y las ajenas, quienes poco a poco se volvían tan oscuros como sus conversaciones;

 mujeres de un rosa plástico y chillón como sus pensamientos;

 los artistas y los niños pequeños eran una explosión de arcoiris multicolor;

 Científicos púlcramente blancos como la verdad que se empeñaban en buscar;

 poetas verdes por la vida que nacía de sus palabras;

 los más tristes eran los dueños de un vocabulario gris, tan monótono y banal que no alcanzaba ni siquiera para pintarles el alma

Alexandra C.
(Echar el alma por la ventana)

27 enero, 2015

CURIOSAS CRIATURAS


Somos frágiles, cuando queremos.
 A menudo, somos diminutos.
Profundizamos en lo superfluo y convertimos lo profundo en superficial porque nos asusta.
 Nuestros miedos nos comprimen las ideas y nos recortan las alas,
 nos encierran en una caja y nos dejan ver resquicios de mundo por una rendija.
 Vemos pedazos de una realidad que nos parece inmutable y que no nos atrevemos a cambiar.

Somos absurdos, a veces. Convertimos lo fácil en complicado y la estupidez en dogma.
 Nos encerramos en círculo invisible y construimos un muro que después pasamos años 
intentando derribar sin demasiadas ganas.
 Somos nuestra propia cárcel, nuestro juez más severo,
 nuestro más despiadado verdugo.

 A veces, creamos un mundo de la nada y luego de un soplo lo destruimos por capricho. 
Postergamos la felicidad esperando el momento correcto.
 Sentimos alegría a plazos, con desespero.
 Nos asusta consumir nuestra dicha a grandes sorbos y enfrentarnos luego al vacío.
 A menudo, rechazamos la abundancia para no notar más tarde su ausencia.
 Bailamos sin música por si deja de sonar.
 No nos llenamos los pulmones de aire por si un día se acaba.
 Amamos sin entrega y esperamos que otros nos amen cuando nosotros no nos queremos cuanto deberíamos.
A veces, actuamos como si fuéramos dioses, pero nos sentimos pequeños.

No vemos la belleza que nos rodea porque nuestros ojos están buscando algo
 que nunca llega… 
No sentimos esperando perdonarnos y exculparnos por no ser perfectos.
A veces, en lugar de compañeros, buscamos sombras a las que someter en el camino.
 Otras veces, buscamos guías y acabamos viviendo según sus normas.

Somos criaturas curiosas. Conseguimos imposibles, fabricamos mundos maravillosos y más tarde nos peleamos como bestias en la cola del Super…
Somos Capaces de darle la vuelta a cualquier historia con un palabra y sin embargo permanecer callados ante la injusticia.
A veces tenemos tanto miedo a equivocarnos que preferimos no hacer nada, ausentarnos de nuestra vida y poner el piloto automático.
 Lloramos por adelantado, arrastramos culpas ficticias durante décadas, consentimos que otros nos digan lo que somos 
y luego nos enfadamos porque no supimos decir que no.

Y sin embargo, cuando queremos, somos grandes.
 Somos fuertes y resistentes.
Somos el resultado de todas nuestras cicatrices y batallas.
 Si queremos, nosotros llevamos las riendas.
 Nosotros decidimos salir de la caja y saltar el muro.
 Nosotros cambiamos las normas y elegimos el camino.
 Nosotros escogemos qué aceptar y qué cambiar.
 Nos cosemos las alas rotas, nos remendamos las penas hasta que parecen anécdotas y zarandeamos nuestro mundo.
 No somos dioses, somos seres humanos, aunque podemos ser gigantes por dentro… 
Activar el mecanismo que nos permite volar, el que nos permite ver todo lo hermoso que nos rodea
 y no volver a sentirnos pequeños.
 El que nos dejará mirar en el espejo y sonreír.
Y amarnos …
Y dejar que nos amen…

(Mercè Roura)

Frases-29


Necesito los pequeños detalles, son el reflejo de cada uno de nosotros.
 Es lo que echo de menos constantemente.
 Por eso no se puede reemplazar a nadie, porque todos estamos hechos de
 pequeños y preciosos detalles
.
Antes del atardecer(2004)



"Si la mayoría de la gente se avergüenza de la ropa andrajosa y de los muebles destartalados.
Cuanto más deberían avergonzarse
 de las ideas andrajosas 
y de las filosofías tan gastadas.

Sería triste si la envoltura fuera más valiosa que la carne a la que cubre."

Albert Einstein


Ríete de la vida

Después de todo la alegría es un préstamo, no nos pertenece.
 Es una locurita, un premio pasajero, pero la disfrutamos como si fuera propia, como un lucro,
 como una primavera de la vida. 
Ella se aferra al tiempo, arrastra su poquito de la infancia y se mete soplando en la vejez.
Semana tras semana, año tras año, la alegría va llenando vacíos.
 Hasta que no puede más y se vuelve tristeza.

Mario Benedetti 
( Vivir adrede )




06 enero, 2015

EL COLECCIONISTA DE INSULTOS


En los días que corren es conveniente cederle un espacio a esta alegoría budista que transcribe Paulo Coelho y que hará pensar a muchos.



Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo.
 Era famoso por utilizar la técnica de la provocación esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla. Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.


Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío. Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo. Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.


Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

-¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?

El viejo samurai repuso:

-Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?

-Por supuesto, a quien intentó entregarlo -respondió uno de los discípulos.

-Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos añadió el maestro-. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.



Nadie nos agrede o nos hace sentir mal: somos nosotros los que decidimos cómo sentirnos. No culpemos a nadie por nuestros sentimientos. Somos los únicos responsables de ellos.

04 enero, 2015

Tu Regalo


“Mírate bien estas líneas. Repásalas atentamente con ese par de ojazos que dios te ha dado, porque por aquí está tu regalo. Escondido entre tanta palabra, párrafo y espacio, bajo esa expresión más propia de una orgía multirracial y sodomita a la que llamamos negro sobre blanco, se encuentra lo que realmente te voy a regalar por navidad. Por favor desenvuelve con cuidado cada letra y sobre todo no rompas el silencio con su sonido, pues si no te gusta, al final guardaré mi mejor recibo por si te da por devolver.

Tu regalo no puede ni debe fabricarse. Ni mucho menos ponerse a la venta. Mereces algo que no pueda figurar en un vulgar catálogo. Algo que te mueva tanto que salgas borrosa en todas las fotos. Qué quieres, el anuncio de IKEA me ha acabado de desamueblar. Si ya me faltaban jugadores y un horneado ahí arriba en la dirección, imagínate después del maldito viral. Les pides a ellos explicaciones, que fijo que te las harán pagar para que al final te las montes tú.

Tu regalo, por tanto, jamás será expuesto. Escaparates del mundo, dejad de hacer el ridículo. Sé que no lo hacéis con mala intención, que hacéis lo que buenamente podéis. Sé que os mueve la necesidad de agradar, de mover al consumo, de ganaros el bonus, de intentar seducir nuestra cartera camino a nuestro corazón o viceversa. Pero dejadlo ya, de verdad. Terroristas del marketing, deponed las almas y salid con las mañas en alto. Y el último que pague la luz.

Tu regalo no se vende al detalle. Y mira que soy fan de la palabra detalle. Hace poco, mi hijo, que está en première continua de vocabulario, me hizo una de esas preguntas que hay que solventar con la primera respuesta que tengas a mano. Papi, ¿qué es un detalle? Y todo lo que se me ocurrió decirle fue que un detalle es algo muy muy grande que aparentemente es muy muy pequeño. Creo que se lo creyó. O igual es que no creyó que fuese a sacar nada mejor de mí. El caso es que quedó en silencio y siguió haciéndose el satisfecho.

De todos modos, tú sigue leyendo, porque te juro que tu regalo está por aquí. Tampoco lo busques en las letras de los villancicos, esas composiciones satánicas que cada año nos cuelan como tiernas sólo por el hecho de ser cantadas por niños con voz de castrati, que no dan más miedo porque están siempre acompañados de hirientes cascabeles, de producción casiotónica, de zambombas onanistas y de un adulto, que no es lo mismo que alguien mayor, porque alguien maduro y en sus cabales jamás haría pasar por semejante calvario a un menor de edad. Esos atentados sonoros contra el buen gusto sólo han sido contrarrestados con villancicos flamencos, como si ésa fuese la única forma de hacerles frente. De qué le sirve al Gobierno expulsar a Series.ly, Uber y Google News de España si la epidemia de villancicos pitufoides con sobredosis de helio sigue infectándonos a placer cada año sin que ni un mísero protocolo de la difunta Ana Mato nos proteja. Eh? De qué.

Para terminar, tampoco busques tu regalo bajo un árbol, en el saco del Olentzero o en el culo de un Tió. Ahí sólo encontrarás lo que yo llamo un tesorero del PP: raíces falsas, mucha tela que cortar y bastante mierda que repartir para todo el año.

No lo busques porque tu regalo seguro que no está ahí. Y es que la pregunta no es dónde. La pregunta es cuándo. Porque tu regalo empieza cuando sale el sol y no se acaba ni cuando desaparece al otro lado del horizonte. Porque en cada entrega, la vida te da un dos por uno. Y cuando parecía que ya se acababa, te da otro. Y otro. Y otro más. Tu regalo está cada vez que abres los ojos. Y cuando te despiertas, también. Tu regalo es eso que das por hecho que mañana volverá a pasar sin habértelo ganado. Y eso no le resta valor. Es al revés, se lo da. Así que por un día, por una vez al año, hagamos ver que nos damos cuenta de nuestro mayor regalo, del único que realmente tenemos y es nuestro y nadie aún nos ha podido quitar.

Admitamos que nuestro regalo es ahora. Celebremos que nuestro regalo es ya.”

Risto Mejide



03 enero, 2015

Echar de menos...


Echar de menos
 es sentir el alma disolviéndose en el aire. 
Es abrir los ojos y de golpe no ver nada.
 Estirar las manos hasta el cielo y no tocar.

 Echar de menos es quemarse la razón con los recuerdos.
 sonreír de pronto sin tener ningún motivo
 o llorar como una niña en el silencio.

 Morir un poco cada día, y sin embargo
 seguir viviendo, alimentándose del tiempo.
 Es no encontrar hogar en ningún sitio.

 Echar de menos
 es coger con la ilusión cientos de aviones.
 Saber que se te espera en mil lugares.
 Querer vivir, tal vez, doscientas vidas.

Echar de menos
es despertarse, y no querer abrir los ojos.
Es guardar vuestras voces bajo llave.

Es mirar hacia atrás, y estar tan cerca
que me duele de pronto acostumbrarme.
- No saber dónde vais, qué estáis haciendo-

Es dudar que nadie pueda ya entenderme.
Pasar horas mirando la bandera
de un tiempo que hace poco
fue tan nuestro,
tan nuestro que al final...

Echar de menos
es seguir caminando sin vosotros
como un tren entre la niebla
cuando todo el mundo duerme.

(Anónimo)


Frases-28










"Ayer vi a una chica que sonreía por la calle 
y no llevaba el móvil en las manos... 
sonreía de recuerdos.......
....... Sonrisa en extinción."