12 junio, 2014

¿ cómo dice usted que yo me llamo?


Como una naturaleza muerta se vació de todas las palabras.
Dejaron de tener significado propio porque la confundían.

Sabía, creía saber, que una vez había sabido, que las palabras
se amplían y transforman, pero chocaba desorientada con los vocablos.
Porque cuando decía: agua, no podía precisar
si hablaba de un océano o de llevarse un vaso de agua a la boca.
Si afirmaba: pasión, acaso se refería al color rojo, o no,
también podía describir el deseo de que amó hasta el desvarío.
Al mencionar: ráfaga, podría ser que el viento le arremangaba las faldas
o que un revuelo de imágenes la aturdían.

Pero si decía: mi hija, la nombraba con el nombre de su madre.

La cara sonriente dijo la palabra alzheimer con ternura
mientras le acariciaba la mano. Ella le correspondió con otra sonrisa complíce.
También la desconocida se confundía, sabía que en realidad quería decir: azahar...
 ese era el nombre real de aquellas flores olorosas, inmaculadamente blancas
que le entregaba aquella persona amable, de facciones vagamente familiares.
Las flores en realidad se llamaban gardenias.
La desconocida era su hija, aunque aquel día la llamara señorita.
Es muy amable, son muy hermosas las flores señorita.

Y la señorita la observaba con impotencia, miraba como su madre se alejaba hacía la perdida progresiva de los sentidos
 del pensamiento y la memoria para finalmente llegar a la desaparición del lenguaje.
La mujer inteligente y generosa que amó, la que siempre tomaba las decisiones correctas,
 se estaba fugando progresivamente hacia un mundo infranqueable del que ya no había retorno.


Publicado por:  GWYNETTE