13 diciembre, 2016

Vergüenza (Roy Galán)


Me da vergüenza. 

El mundo me da vergüenza. 

No sé qué piensas que son los otros. 

Si un masa extensa que sirven para que tú seas especial y único y puedas diferenciarte y crear tu propia personalidad y decir yo soy así.
O una serie de figurantes a los que el planeta ha contratado para que no te sientas solo. 

Te llevas las manos a la cabeza viendo imágenes de refugiados sirios intentando tener un espacio en el futuro.

Imágenes, eso es lo que son los otros. 

El mundo se ha convertido en algo que ya no sangra sino que puede quedar pixelado si lo amplías mucho.
Ahora lo amplías y te incomoda más porque se parecen más a ti.
No son negros adultos en una patera llegando a los sitios de siempre, no. 
Son mujeres blancas llegando a sitios demasiado europeos. 
Son sus hijos con caras demasiado similares a las de tus hijos. 

Dices qué horror, podría ser lo mío, mientras arropas a tu hija y apagas la televisión. 

La apagas. 

Como se apaga una vela.

Como se apaga el gas. 

Como se apaga el amor. 

Apaga y vámonos del dolor ajeno. 

Total, tú no puedes hacer nada, ¿no? 

Si no puedes tú, entonces, ¿quién puede hacer algo?

¿Un tigre de bengala, doscientos gramos de queso de plato, un lápiz sin afilar?

Nadie puede hacer nada: el mundo es así. 

Uno no elige dónde nacer, se trata de suerte.

¡Qué suerte, nos tocó norte! 

La manera en la que tú tratas a los otros no es cuestión de suerte.

Lo que tú estés dispuesto a sacrificar por ellos, tampoco.

Las fronteras políticas no son ríos, ni desfiladeros, ni amaneceres, ni marismas. 

Las fronteras las colocó el hombre para sentirse a salvo. 

De un lado un palo de golf y un bocadillo de tortilla del día. 

Del otro, los oscuros, los que llevan pañuelos, los que tienen los ojos rasgados, los que se matan entre ellos, los que se meten gusanos en la boca, los que pegan a las mujeres, los que llevan bombas adheridas, los que rezan en un muro y tu conciencia. 
Sí, la conciencia has de dejarla al otro lado de la frontera, porque si no se te haría insoportable seguir viviendo como si tal cosa. 

Como si tal cosa.

Leerás este post y te sentirás mal y para quitarte el malestar empezarás a mirar fotos de gente guapa luciendo ropa limpia, o de comida sana y muy luminosa, o un vídeo de un gato dando volteretas en el aire.

Todos tenemos herramientas para no sentirnos mal. 

Pero a mí me da pena que queramos volver a sentirnos bien.

Buscar unas vacaciones en Marte para el 2020.

Gastarte mil euros en un bolso.

Tirar diez piezas de fruta a la basura porque no has tenido tiempo para comértela. 

Llenar una piscina hinchable con 882 litros de agua potable porque hace mucho calor. 

Cambiar de móvil aunque tu móvil funcione.

Claro, cada uno hace lo que quiera con su dinero y con su tiempo.

Pero cuando hay seres humanos que lo único que tienen es una bolsa y pies. 

Cuando hay otros que mueren por vivir.

Tu tiempo se vuelve lujo. 

Y tu dinero, miserable. 

En el principio la Tierra estaba desordenada y vacía. 

En el final estaba ordenada.

Pero seguía llena de vacío y vergüenza.


Autor: Roy Galán. @RevolutionRoy

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