Dejaban volar su imaginación cada vez que sus ojos se encontraban. Sentían cierto placer en poder comunicarse sólo con un leve roce de manos,
con un simple movimiento de cabeza.
Decían formar parte de un plan superior, de una conspiración del universo.
Eran afortunados de tenerse, y así se lo hacían saber al mundo, siempre dibujando una enorme sonrisa en su rostro.
 |
Y cada atardecer... y cada anochecer, se fundían en un mismo ser, convirtiéndose en una misma alma, en una misma melodía.
Nunca vieron llegar el final, quizás porque jamás creyeron en él, tal vez porque tenían la esperanza de ser inmortales,
pero un día su luz se apagó, y las estrellas lloraron durante días, y la luna se escondió,
y todo el universo se puso de luto es su honor...
Jamás volvió a haber dos amantes iguales,
dos compañeros de la vida,
dos almas tan unidas...
dos seres de igual belleza...
dos piezas de un mismo puzzle.
Publicado 24th March 2011 por Carmen Muñoz
